Zapatos de historia

Los zapatos no son un invento moderno, en realidad, tienen origen en civilizaciones antiguas. Desde hace siglos los seres humanos han intentado proteger sus pies de la suciedad, el polvo o las piedras. Antiguamente, por ejemplo, usaban bolsas de cuero.

Durante muchos años, tener zapatos fue sinónimo de tener un gran status social. En Egipto, por ejemplo, solamente el faraón llevaba zapatos y en Roma, los esclavos caminaban descalzos. Por aquella época el zapato más usado era la sandalia, aunque también existía la bota.

En la Edad Media, sin embargo, el calzado deja de tener un significado simbólico y cobra una función estética que ayuda a tapar defectos. Carlos VIII, por ejemplo, usaba zapatos con tacón y punta cuadrada para disimular su corta altura y sus pies de seis dedos.

Las modas son pasajeras, pero en el mundo de los zapatos han ido y han vuelto. Otros modelos sin embargo, llegaron para quedarse como fue el caso de los famosos zapatos Oxford. Este modelo nació en los años 30, época en la que además la industria del zapato comenzó a mecanizarse.

El zapato Oxford se creó en Irlanda y Escocia pero se hizo famoso como “zapato Oxford” gracias a la gran acogida que tuvo en esta universidad. Es un zapato plano de piel que puede o no llevar pespuntes y que, generalmente, es de color marrón o negro. En Minishoes los llamamos Zapatos Blucher.

Las famosas bailarinas o los zapatos de aguja se crearon algo más tarde, hacia los años 50. Las bailarinas tienen origen en los zapatos que se utilizaban en el ballet clásico y se difundieron a través del cine gracias, por ejemplo, a actrices como Audrey Hepburn.

Desde luego, no podemos negar que los zapatos tienen historia y hacen historia, y es que son unos grandes aliados para acompañarnos en nuestras aventuras, en nuestro camino. Como diría Antonio Machado: “Caminante, no hay camino, se hace el camino al andar”.